PROLOGO
Al correr de un moderno bolígrafo
Apenas si he mojado la pluma en el tintero cuando ya estoy mintiendo, y así no sé escribir.
Que los tiempos que corren me hagan de esta manera no es motivo que inculpa el más bello mentir. La verdad y la mentira, yo lo digo también, es de cuentos, novelas, historias y romances de mucha fantasía, que hacen entretener; pero la escuela pura del espiritualismo,
la que en todos los tiempos nos hizo estremecer, aquella que recuerda el gran romanticismo, la que enseñó, ya antaño, «La Niña» a navegar, aún tiene, por fortuna, discípulos sin cuento que, trayendo de nuevo la pluma y el tintero, nuestro Siglo de Oro nos vuelve a recordar. Cuando acabe este tema por este libro impuesto, romperé este bolígrafo, aunque me haga triunfar, porque otros, como éste, todo lo mejor nuestro desde un cuarto de siglo lo pretende borrar: El tintero y la pluma de los grandes maestros, el cincel escultórico y el pincel del pintor, y, también, la figuras de aquel Gran Capitán del río Garellano, más otros de notorio valor que hicieron grande a España, y con igual afán al que en Flandes montaba su caballo alazán.
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