martes, 29 de enero de 2019

Arcángeles. Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX

https://drive.google.com/file/d/15tHCR48az994OMkRQ9lTDUjlK5v_8eN8/view?fbclid=IwAR3-we9Eidy89v36ndiXEurhcECCad2m0cp9DsvMtMA5TMmUpdoSi3HhS5w
Resultado de imagen de Arcángeles. Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX

El asturmexicano Paco Ignacio Taibo II ha cultivado la historiografía y la literatura de creación, pero tampoco se ha resistido a mezclar dosis de una y otra en libros mestizos que tratan de explorar, más allá de los hechos probados, la trama de momentos cruciales. Arcángeles. Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX (Traficantes de sueños, 1998), con su sólida base historiográfica, pertenece al primer grupo y sólo pocas veces echa a volar la imaginación buscando respuestas para alguno de los enigmas que plantean los datos. Se trata de una colección de biografías anudadas por el afán de mostrar que ese siglo XX que tan mal nos ha dejado tenía potencial humano, por debajo de los oropeles de la gran historia oficial, para mucho más de lo que fue. Los elegidos, como vamos a ver, son todos revolucionarios que a pesar de profesar ideologías diversas, tienen un aire de familia. Este tal vez proceda de que todos ellos, en un momento clave, hicieron caso más a su corazón que a los centros y estructuras de poder y, fieles a su intuición, con la “maravillosa terquedad” que el autor del libro les señala, nos muestran el camino más prometedor para una transformación radical de este triste planeta. Todos ellos, sin embargo, aunque unos más que otros, han sido condenados a un olvido que nos oculta lo más valioso de la tradición emancipadora. 
Por ejempo El último capítulo se dedica al revolucionario cubano Raúl Díaz Argüelles, al que se nos presenta primero en las luchas estudiantiles contra la dictadura de Batista. Tras el desembarco del Granma, colabora con la guerrilla con atentados y trasportando armas desde los EEUU. Por aquellos días, saltando de un tercer piso en una huida, se fractura un tobillo, de lo que le quedará una cojera para toda la vida. Sube luego a la sierra de Escambray en manos del grupo de Ernesto Che Guevara y con él participa en la ofensiva que toma Santa Clara. Cuando cae la dictadura el 2 de enero de 1959, Raúl Díaz Argüelles acaba de estrenar el grado de capitán de las fuerzas revolucionarias. En la nueva Cuba trabaja en la organización de un cuerpo policial y después pasa el ejército.
En 1971, Díaz Argüelles, coronel ya por entonces, se incorpora en Guinea-Bissau a la guerrilla que combate al ejército portugués. Tras la independencia de Guinea, su nuevo destino en 1975 es Angola, donde tras la revolución de los claveles, la declaración de independencia se ha torcido a una guerra civil en la que los intereses coloniales portugueses y las dictaduras de Sudáfrica y Zaire luchan contra el MPLA de Agostinho Neto. Raúl Díaz Argüelles será conocido en esta misión como Domingos da Silva. En octubre de 1975 ya hay tropas de élite cubanas en Angola, dispuestas a instruir al ejército angoleño y también a combatir junto a él. Ese mismo mes, los sudafricanos desde el sur y los mercenarios de UNITA y el FLNA desde el norte atenazan la revolución congoleña cuyas tropas quedan cercadas en Luanda, la capital. No obstante, consiguen resistir y con la ayuda de los efectivos que llegan de Cuba, en noviembre y diciembre ponen en fuga a todos los asediantes. El día 11 de este último mes, la explosión de una mina hiere de gravedad a Raúl Díaz Argüelles, que muere desangrado unas horas después. Tenía 39 años.
En unas notas finales, el autor detalla la documentación utilizada para la confección de los distintos capítulos del libro y deja constancia de su gratitud a las personas que aportaron información inédita sobre los biografiados. Arcángeles, con su colección de vidas, tiene la virtud de rescatar de toda esa historia del siglo XX tan terrible y que tanto nos han contado, un espíritu que está vivo aquí y allá a través de ella y que nos permite mantener intacta la esperanza y el amor a eso tan absolutamente necesario que muchos nos empeñamos en seguir llamando revolución.

No hay comentarios: