La
crisis en Kosovo exacerbó la pasión y la exaltación visionaria de una manera pocas
veces vista.
Los acontecimientos se describen como «un parteaguas en las relaciones
internacionales», que abre el telón a un escenario de la historia mundial sin precedentes,
una nueva época de rectitud moral bajo la guía de un «Nuevo Mundo idealista, empeñado en terminar con la deshumanización.
Este Nuevo Humanismo, que coincide de manera fortuita con el nuevo milenio,
desplazará la insensata y mezquina política de un pasado maldito. Se forjan
nuevos conceptos de un orden mundial entrelazados con motivadoras lecciones
sobre las relaciones humanas y la sociedad global que destituirán a las
decadentes instituciones del orden mundial que han comprobado su «rotundo
fracaso», y que deberán descartarse, por lo tanto, en favor de ideas que se
apartan de manera «innovadora pero justificable» de las normas anteriores.
La utopía de las generaciones previas, merecedora del ridículo, será suplantada
por una visión genuina, y genuinamente inspiradora.
Si este panorama es cierto, si contiene tan sólo un ápice de verdad, entonces
nos aguardan perspectivas portentosas, pues tendremos a mano los recursos
materiales e intelectuales que nos servirán para superar horrendas tragedias
con un costo muy bajo, tan sólo con un poco de buena voluntad. No se requiere
demasiada imaginación o conocimientos para reunir una lista con todas las
posibles tareas por realizar que aportarían enormes beneficios a aquellos que
sufren. En particular, crímenes de naturaleza y escala como los ocurridos en
Kosovo que abundan podrían superarse o, al menos, aliviarse significativamente,
con una fracción del esfuerzo y celo volcados en la causa que consumió a los
poderes occidentales y a su respectiva cultura intelectual en los inicios de
1999.
Por diversas razones, deberíamos entonces tratar de identificar estas tareas y problemas
y concederles la mayor atención. Si el elevado espíritu de la liberación de Kosovo
tiene al menos rastros de autenticidad, si por fin los líderes actúan «en
nombre de los principios y valores» verdaderamente humanos, como proclamó con
toda convicción Vaclav Havel, entonces habrá oportunidad de incluir problemas
críticos en la agenda de la acción práctica e inmediata. Incluso si la realidad
se quedara corta frente al halagador autorretrato, el esfuerzo tiene al menos
el mérito de dirigir la atención a lo que deberían hacer aquellos que
consideran el discurso pulido como algo más que un oportunismo cínico. En su
análisis del bombardeo de la OTAN, Noam Chomsky desafía al Nuevo Humanismo. ¿Se
guía por intereses de poder o por una preocupación humanitaria? ¿El recurso de
la fuerza se ejerce en nombre de principios y valores o nos enfrentarnos a algo
mucho más vulgar y conocido? Con un profundo conocimiento de la historia y argumentos incisivos sobre su pertinencia
en esta nueva era Chomsky pone de manifiesto las retóricas afirmaciones de que
Estados Unidos y sus aliados luchan por un mundo donde los responsables de la
limpieza étnica no tengan dónde ocultarse.
https://drive.google.com/file/d/1wsdXoo4H0kqsRVxbusTLeLK93lAMjqt3/view?fbclid=IwAR07q8h-zH9RN_dk7tnxndAFw5RlHZbznAlwwMz82PGU0iKm6wWuM1-5aoE
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